jueves, 23 de agosto de 2012

ADIÓS AL ANTIGUO PASO DE DESPEÑAPERROS



     Recientemente han concluido los trabajos de desdoblamiento de la autovía A-4 (Madrid-Cádiz) entre Venta de Cárdenas y Santa Elena -el famoso, mítico y terrible paso de Despeñaperros-, con la construcción de una nueva variante que supone no sólo un considerable ahorro de tiempo sino, también, una notable mejora de la seguridad vial en las comunicaciones entre la Meseta y Andalucía en este tramo tan accidentado que, de hecho, suponía una verdadera frontera y barrera natural entre el sur y el centro de la Península. Las obras han durado seis años y se han construido diez grandes viaductos y cinco túneles que reducirán el recorrido de catorce kilómetros en cerca de diez minutos. Se han eliminado curvas y pendientes (el trazado es prácticamente recto), se ha aumentado el número de carriles a tres por sentido y se ha duplicado la capacidad de tránsito de los 24.000 vehículos diarios actuales a los 57.000 que se estiman dentro de veinte años. Naturalmente una infraestructura técnica de esta envergadura resulta casi más espectacular mientras se construye que una vez acabada, como podemos comprobar en este completo reportaje:

  
     Dado el relieve abrupto y montañoso de nuestro país, el paso de Despeñaperros no era el único obstáculo de importancia que hubieron de salvar desde la antigüedad todas las rutas nacionales de primer orden. Recordemos el puerto de Somosierra en la antigua N-I, los de Contreras y el Buñol en la N-III, el de Miravete en la N-V y el de Guadarrama en la N-VI, por citar sólo algunos de los más relevantes. No por casualidad algunos de los nuevos viaductos puestos en servicio en el tramo de Despeñaperros recuerdan por su diseño y morfología al que se inauguró hace unos años en el Buñol.

El paso de Despeñaperros en 1964. Archivo fotográfico familiar del autor.

     Los orígenes de esta vía se remontan al siglo XVIII, cuando el ingeniero francés Carlos Lemaur proyectó y construyó su trazado, un trazado que permaneció prácticamente inalterable durante doscientos años, hasta que en la década de los ochenta del pasado siglo se construyó un nuevo ramal paralelo para disponer de dos sentidos independientes de circulación y poder dar así continuidad a la autovía A-4. Una autovía poco digna de tal nombre en este tramo, dada la estrechez de la calzada, la peligrosidad de las curvas y la inclinación de las pendientes, pero que supuso al menos una buena solución provisional de compromiso con la que duplicar la tradicional carretera única de dos carriles y dos sentidos de circulación.

Area de servicio de Santa Elena (Jaén), en 2010. Archivo particular del autor.


     Personalmente he transitado poco por Despeñaperros, quizá no más de una docena de veces en total en un sentido y en otro a lo largo de cuarenta años (la primera vez en 1971), y constantemente lo he encontrado en obras y siempre me ha parecido un tramo particularmente traicionero y peligroso en el que no se puede cometer un solo error mientras conduces. Y sin embargo, la tentación de distraerse para contemplar fugazmente el hermoso paisaje supone de hecho un riesgo añadido a considerar. No hay apenas espacios apropiados para detenerse, de modo que Despeñaperros es uno de esos lugares que siempre querrías visitar con calma pero por los que invariablemente acabas pasando de largo.

Despeñaperros en 1971. Archivo fotográfico familiar del autor.





     Con la reciente inauguración del nuevo tramo de autovía que deja sin servicio el primitivo paso de Despeñaperros, esta situación puede y debe cambiar. Ya existe un exhaustivo proyecto de conservación y aprovechamiento recreativo y cultural del tramo bajo la denominación de carretera histórica, a imágen y semejanza del diseñado para la antigua N-III. Por el momento, dada la pertinaz crisis económica que padecemos y el escaso interés de las autoridades en este tipo de proyectos (en España no sabemos apreciar el patrimonio histórico que suponen las antiguas carreteras abandonadas o fuera de servicio), no parece que la idea vaya a salir adelante en ninguno de los dos casos mencionados. En el siguiente enlace podemos consultar los detalles del referido al antiguo tramo de la N-IV a su paso por Despeñaperros:


     Y en este interesante blog encontraremos extensa información sobre el pasado y el presente de esta carretera en la zona citada:


     En cualquier caso soy de la idea, ahora más que nunca, de que el antiguo Despeñaperros, ya desprovisto de tránsito, bien merece esa visita demorada y tranquila que durante tantos años fue difícil realizar. Incluso creo que el tramo en cuestión se merece también un pequeño homenaje conmemorativo con la reproducción a escala de alguno de sus hitos kilométricos de piedra, que probablemente haya sobrevivido al paso del tiempo. Esa tarea entre plástica y artesanal a la que me vengo dedicando en los últimos meses con el propósito de preservar la memoria de unos elementos viarios de las antiguas carreteras españolas condenados irremediablemente a una lenta pero inexorable extinción:

 
     Ambas cosas, modelado del hito kilométrico y visita turística al terreno, constituirían mi modesta contribución al recuerdo de una importante carretera que fue, y que como tributo al progreso, ha dejado de ser, esperemos que para bien.

viernes, 17 de agosto de 2012

M-618 VÍA PARQUE. La carretera madrileña de la muerte.


     El término carretera de la muerte ha sido usado hasta el abuso en nuestro país para denominar aquellas carreteras caracterizadas por su alta siniestralidad, generalmente concentrada en determinados puntos negros de sus trazados, en donde estadísticamente mucha gente ha tenido la fatalidad de matarse o de resultar gravemente herida. Pero la idea de una o de varias carreteras de la muerte me sigue pareciendo truculenta, tremendista y completamente desproporcionada, ya que por desgracia todas las carreteras se cobran víctimas, sin que por ello se hagan acreedoras a denominación tan sensacionalista.
     En la Comunidad de Madrid, en concreto, hay varias carreteras que ostentan ese título ominoso, casi siempre concedido por ciertos sectores de la prensa más crítica, pero en el reportaje de hoy nos vamos a detener muy brevemente en la muy insólita y peculiar M-618, una carretera que no se sabe muy bien exactamente qué es, si un camino asfaltado, una cañada, una pista forestal o una vía rural pavimentada. Recorre la zona denominada como Parque natural de la cuenca alta del Manzanares, motivo por el cual junto a su denominación oficial consta también el término Vía Parque, y une las localidades de Torrelodones y Colmenar Viejo en sentido Oeste-Este con un recorrido total de 23 kms., si bien los correspondientes a la Vía Parque propiamente dicha son sólo 14, aproximadamente.

  
     La M-618 ostenta, desde luego, la categoría oficiosa de carretera de la muerte, y personalmente, después de haberla recorrido varias veces, la última de ellas el pasado día 14 para grabar el video que ilustra esta entrada, creo que los que todavía no hemos tenido un percance en ella podríamos tenerlo en cualquier momento. Es bien sabido que la ecología y la preservación del medio ambiente no hacen muy buenas migas con la seguridad vial, y esto es lo que ha sucedido en la M-618 después de las reformas acometidas en los últimos años en su trazado. Cualquier mejora de una infraestructura viaria lleva ímplicita una agresión a la naturaleza, y en el caso de la carretera que nos ocupa se ha tratado de llegar a un compromiso entre la salvaguarda del entorno del Parque natural y la viabilidad de las comunicaciones, con el resultado de que la M-618 es una vía desconcertante y peligrosa, pues oficia como carretera comarcal de alto tránsito sin pretender serlo, o al contrario, oficia como vía ecológica sin proponérselo, y debería de ser una cosa u otra, sin ambigüedad, porque ambos conceptos parecen incompatibles.
     Pero sea como fuere, el caso es que quien transita por ella se encuentra con una estrecha calzada asfaltada de dos carriles (la carretera original) y sendas bandas laterales de hormigón (resultado de la reforma) que podrían parecer arcenes, pero que no lo son, ya que entre otras cosas, aparte de su estrechez, están unidas al firme principal mediante unas juntas de brea sumamente resbaladizas, al menos para las motos, y en algunos tramos ofrecen incluso un peligroso escalón lateral. Por lo demás, tampoco existen guardarraíles dignos de tal nombre, sino tan sólo unos quitamiedos y guardarruedas cónicos de piedra, muy acordes con el entorno paisajístico pero poco o nada a propósito para la seguridad vial. La carretera recorre algunos parajes de cierta belleza, es verdad, y se conservan todavía viejos hitos kilométricos, alguna antigua casilla de peones camineros y el estrecho puente de piedra sobre el río Manzanares, con diferencia la zona más atractiva del recorrido (y por descontado también la más peligrosa). En los años 60 del pasado siglo este entorno sirvió como oportuno escenario para algunos anuncios publicitarios gráficos, como este de Vespa, quizá lo bastante conocido, pero que merece la pena mostrar una vez más:


     En definitiva, la M-618 Vía Parque probablemente sea la carretera madrileña más singular y atractiva por todas las peculiaridades que acabamos de describir, y merecería la pena pasear por ella sin prisas y con toda tranquilidad contemplando el paisaje, que de hecho parece una carretera orientada en este sentido, pero su peligrosidad y el excesivo tránsito que la frecuenta penalizan en exceso su disfrute. En el video ofrecido a continuación he aumentado deliberadamente la velocidad para poder mostrar casi todo el trazado de la ruta con la menor duración posible y al mismo tiempo transmitir una sensación dinámica y hasta vertiginosa (a lo que se presta apropiadamente la banda sonora, que no será del agrado de todos, sospecho), pero es que sé por experiencia que cualquier filmación en movimiento del recorrido de una carretera resulta demasiado monótona y repetitiva si no se utilizan estos procedimientos técnicos y/o artísticos.