martes, 7 de noviembre de 2017

LA CASILLA DE PEONES CAMINEROS DE DÉNIA




Un artículo de Route 1963 publicado en CANFALI MARINA ALTA el día 4 de noviembre de 2017




LA CASILLA DE PEONES CAMINEROS DE DÉNIA

Casi en su estado original pervive esta casilla de peones camineros en la partida Madrigueres, a espaldas del Hospital de Dénia. Como es bien sabido, los peones camineros se encargaron del mantenimiento y conservación de las carreteras españolas desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del XX, cuando la profesión se fue extinguiendo, y para tal fin residían permanentemente con sus familias en estas viviendas toscas, mal acondicionadas y generalmente establecidas en mitad del campo y muy alejadas de las poblaciones. Llegaron a existir miles de casillas por todo el país, y con la progresiva extinción de la categoría laboral de sus moradores la mayor parte de ellas fueron directamente demolidas, o bien abandonadas a su suerte hasta que el paso del tiempo las ha ido convirtiendo en meras ruinas de cascotes y escombros condenados al olvido. En la comarca de la Marina Alta y en otras comarcas de la provincia de Alicante perviven varios ejemplares de estas casillas en mejor o peor estado de conservación, e incluso algunas han sido restauradas y rehabilitadas para diferentes usos.

En las carreteras que transitan por el término municipal de Dénia existieron en tiempos otras casillas de peones camineros, ya desaparecidas, pero el ejemplar que todavía se conserva fue construido probablemente a principios de los años cuarenta del pasado siglo, abandonándose tal vez a principios o mediados de los sesenta. Pertenecía a la antigua carretera comarcal C-3311 (Albaida-Dénia), actualmente denominada CV-7221, y en uno de los laterales de la casilla todavía se intuyen en el rótulo azul semiborrado las distancias indicadas a Cocentaina (64 kms), y a Ondara (4 km). En el lateral opuesto, el rótulo ahora completamente ilegible indicaría la distancia de 4 kms. a Dénia. En las proximidades de la casilla se conserva muy deteriorado también el primitivo hito de la Instrucción de Carreteras de 1939 que marca el punto kilométrico 63 de la citada C-3311.

En lo que respecta al estado de conservación de esta casilla, exteriomente se observa que es impecable, con sus muros de piedra en perfectas condiciones, sin grietas ni boquetes abiertos. Igualmente, las ventanas de la fachada, los muros del corral o patio trasero y la única puerta de acceso al interior de la casilla (que conserva la persiana de cáñamo original y el rótulo superior de Peones Camineros perfectamente legible) se mantienen en su estado primitivo, si bien acusan el paso del tiempo y el abandono, más notable en el tejado. Hace algunos años pude asomarme furtivamente a través de una abertura en la malla metálica de una de las ventanas, y lo que vi corrobora de manera fehaciente el abandono del interior de la casilla —al menos en aquel momento—, lleno de maleza y de enseres viejos amontonados de cualquier manera. Durante algún tiempo después de su cierre definitivo seguramente se siguió usando como almacén de materiales relacionados con la conservación de la carretera, pero posteriormente acabaría por perder incluso esta utilidad, y la única razón por la que no ha sido demolida responde, quizá, al hecho de que se encuentra en un entorno urbanizado. De haberse ubicado en una zona rural aislada, como era el caso de la mayoría de las casillas, es seguro que habría desaparecido hace muchos años.

En conclusión, ¿qué podría hacerse con esta casilla de peones camineros, única en el término municipal de Dénia? Indudablemente, rehabilitarla y conservarla en buenas condiciones para, posteriormente, incluso encontrarle alguna nueva utilidad funcional, ya fuese como vivienda, comercio, oficina o dependencia turística o cultural. Es cierto que carece de valor arquitectónico, pero sí tiene un gran valor histórico y patrimonial, y el organismo competente de quien dependa debería velar por su preservación. Dejo aquí hecha la propuesta, para que pueda ser considerada.


jueves, 2 de noviembre de 2017

PEONES CAMINEROS. UN OFICIO EXTINGUIDO.




Un reportaje de Route 1963


No soy periodista, pero desde el pasado mes de agosto, por circunstancias que no vienen al caso, vengo colaborando con regularidad en el periódico semanal CANFALI MARINA ALTA (edición impresa) que se publica en Dénia, capital de la comarca alicantina de la Marina Alta. Cada semana envío un artículo de opinión que aparece publicado el sábado correspondiente. Tengo absoluta libertad para escribir sobre los temas que considere oportunos, y hasta el momento lo cierto es que no he escrito ni un solo artículo de opinión propiamente dicho, sino más bien artículos autobiográficos y de divulgación sobre diferentes aspectos relacionados con la ciudad de Dénia y su comarca. Mi colaboración es completamente amateur y no percibo ninguna remuneración por ella. Este periódico, fundado en 1976, tiene una tirada de unos 8000 ejemplares y su difusión está restringuida al ámbito comarcal. Cuenta también con una edición digital diaria.

El último artículo que he publicado en dicho periódico el pasado sábado 28 de octubre tiene relación muy directa con la carretera y su pasado, pues trata precisamente de los peones camineros, una profesión ya extinguida. Por su interés he decidido dedicarle la presente entrada del blog. La fotografía que acompaña tanto esta entrada como el artículo del periódico pertenece al Archivo Fundación Telefónica.




PEONES CAMINEROS. UN OFICIO EXTINGUIDO

El Cuerpo de peones camineros fue creado en España en 1759 con la misión de velar por el adecuado mantenimiento y conservación de las carreteras en todo el territorio nacional, desarrollando su cometido durante dos siglos, hasta que a mediados del XX tuvo lugar su extinción definitiva. Los peones camineros ocupaban el escalafón más bajo entre los funcionarios del Estado, y su trabajo, aunque vitalicio, era muy exigente y estaba mal remunerado. A cambio de un mísero salario trabajaban casi de sol a sol siete jornadas semanales en invierno y en verano, incluso en condiciones climáticas extremas, dedicados a su trozo de carretera, que tenía una longitud de una legua (5,5 kms.) y debían recorrer íntegro a pie al menos cada dos días, efectuando en él las reparaciones que fuesen necesarias, estando para tal fin convenientemente dotados de utensilios y herramientas manuales muy rudimentarias. En sus orígenes los peones camineros desempeñaron también funciones de seguridad y vigilancia en las carreteras, y tenían potestad para detener a malhechores y maleantes y entregarlos a las autoridades de las poblaciones más cercanas. Cuando se tendieron las líneas telegráficas y posteriormente las telefónicas, que seguían el trazado de las carreteras, se les encomendó igualmente su vigilancia, en prevención de sabotajes.

Pese a todo, la profesión de peón caminero gozaba de buena reputación y gran demanda social en unos tiempos en los que la miseria y el hambre eran moneda común en España. No en vano los peones camineros, aunque mal retribuidos, como funcionarios del Estado podían conservar su trabajo hasta la jubilación y percibían regularmente su salario, lo que les procuraba una seguridad de la que carecían la mayor parte de los trabajadores. Además, y no era una cuestión menor, recibían también una vivienda estable, si bien humilde, mal acondicionada y aislada en mitad del campo junto al sector de carretera que les había sido encomendado, pero una vivienda gratuita, al fin y al cabo. Eran las conocidas como casillas de peones camineros, que proliferaron por toda la geografía nacional constituyendo un elemento característico del paisaje de nuestras carreteras. Existieron diferentes tipos de casillas a lo largo del tiempo, pero básicamente se desarrollaron dos modelos, según fuesen para uno o para dos peones y sus respectivas familias, pues los peones camineros residían permanentemente con su parentela, si la tenían, en estas construcciones toscas y elementales que disponían de un patio o corral trasero tapiado destinado al pequeño cultivo agrícola o a la crianza de animales para la propia manutención de sus moradores. En estos corrales era también frecuente el establecimiento de un pozo de agua potable para el regadío y suministro de los residentes.

Las casillas de peones camineros jalonaban todas las carreteras españolas de primero, segundo y tercer orden, estableciéndose una en cada legua del recorrido. Con la implantación del Sistema Métrico Decimal a mediados del siglo XIX, se hicieron propósitos para establecer un peón caminero con su correspondiente casilla cada tres kilómetros, pero en muy contadas ocasiones se pudo llevar a efecto esta medida. El desarrollo de las comunicaciones y de la maquinaria de obras públicas especializada en los más tempranos años del siglo XX, trajo consigo la paulatina desaparición de los peones camineros y el abandono y la ruina de la mayor parte de las miles de casillas que ocupaban a lo largo y ancho del territorio nacional. Unas pocas aún sobreviven en mejor o peor estado de conservación, e incluso algunas han sido restauradas y destinadas a diferentes usos. En el término municipal de Dénia se conserva todavía una de estas casillas casi en su estado original. Hablaremos de ella próximamente.